El mundo de las criptomonedas está más vivo que nunca y la inversión en tokens es una buena muestra de ello. Mientras se vive una etapa convulsa tras la que Ethereum podría superar a Bitcoin para convertirse en la moneda virtual predilecta de usuarios e inversores, las herramientas basadas en la tecnología blockchain aumentan sin parar augurando un futuro lleno de novedades. Y si la rentabilidad de las criptodivisas puede crecer a la vez que sus pioneros se frotan las manos, es gracias a una de estos novedosos usos: la tokenización.
Una Oferta Inicial de Moneda (ICO, por sus siglas en inglés) es una recién nacida forma de financiar proyectos incluso antes de que estos vean la luz basada en la tecnología blockchain. Así, los inversores pueden invertir en tokens, permitiendo así con su dinero que el servicio comience su andadura.
A cambio, no reciben equity de la startup que aún está desarrollando su producto, sino que, efectivamente, se hacen con los conocidos tokens: una especie de fichas virtuales de la cadena de bloques que le permitirán hacer uso del servicio una vez este sea una realidad y esté activo. Así, la financiación de las ICO podría asemejarse a la que ofrece el crowdfunding: se invierte una cantidad de dinero para un proyecto futuro, ofreciendo así la posibilidad de acceder a este tan pronto como sea posible.
Sin embargo, a la hora de invertir en tokens hay una diferencia esencial con cualquier campaña de financiación colectiva por medio de una plataforma de crowdfunding. Esos tokens que se adquieren tras participar en una ICO son intercambiables. Así, cabe la posibilidad de que el proyecto se revalorice antes de lanzar su producto o servicio y los inversores puedan vender sus tokens (o una parte de ellos) una vez estos hayan incrementado su valor, aportando liquidez a los inversores que apuestan por este tipo de proyectos. Todo ello, sin necesidad de que el objeto de la financiación llegue a ser aún una realidad.
Fuente: https://startupxplore.com/
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